El renacer de la vegetación
Uno de los misterios más importantes para la sociedad agrícola era el renacer anual de la vegetación, por lo que, ya desde sus inicios, fue registrado en forma de mito. Usualmente la sequía era representada por un dragón que impedía que las aguas de los cielos se vertiran sobre la tierra.
En un principio se trataba de las fuerzas de la naturaleza personificadas en algún ser como Al Khidr, entre los pueblos árabes, que mata al dragón que retiene la floración. Un mito semejante, y probablemente el que dio al anterior, es el el turco-mogol Hizir que mata al dragón y permite la aparición de la primavera.
La diosa de la fertilidad entre los sumerios era Innana que, cuando bajaba a los infiernos, la tierra dejaba de producir y su marido Dummuzi, su amante durante la floración, era asesinado en la siega, guardado y enterrado, como el grano, en espera de su resurrección. Y entre los vascos preindoeuropeos lo era Mari.
También el sol tiene el poder de hacer reverdecer los campos y así, en los primitivos mitos egipcios, el poder del sol personificado en el mago Heka era el responsable de contener los seres inferiores que retienen el grano y permitir su renacimiento. así mismo Isis era, dentro del mito osírico, la responsable de la fertilización de las orillas del Nilo. Que coincide con la aparición matutina de Sirio con el sol que marcaba el momento de la crecida del Nilo y, consecuentemente, la fertilización de las tierras de su cuenca.
También entre los mitos hititas se registra el mito de Inara, aunque probablemente tomado de otro anterior, en el que ayuda a matar al dragón de la sequía, y que también mata a su marido, para dar paso al año nuevo del siguiente ciclo agrícola.
Así mismo entre los hindúes se encuentra la diosa Lakshmi, madre y fecundadora de la tierra. En mitos anteriores como los dravídicos también muestra una diosa madre y fecundadora, en este caso, Manasa.
Para los griegos era Demeter, o para los Romanos Ceres, la que causaba la fertilidad en el ciclo agrícola.
Otros pueblos indoeuropeos, naturalmente, muestran también diosas de las aguas fecundadoras, como se puede ver en los mitos donde aparece la Dama del lago.
Como la agricultura se extendió por diversas partes de la tierra, también aparecen en los mitos del África negra, especialmente entre los bantúes divulgadores de las tecnologías agrarias por extensas áreas africanas. Así se puede ver en el mito de Kalala Ilunga, dios de la lluvia; o el de Ninigani, diosa de la fertilidad de la tierra; o Bunzi, dios de las aguas; o Mboze, espíritu de la fertilidad.
O entre los pueblos yoruba donde aparece Mawu como diosa madre y encargada de la fertilidad de la tierra.
Igualmente entre los Mayas de norteamérica aparecen diversos dioses de la fertilidad especialmente enfocados a producir la llúvia como Tlaloc o con la fertilidad como Gukumatz o Kukulcan, que además ayudó a Hun Huanapú a crear el primer hombre. Entre los incas era Sacha Mama la serpiente de la lluvia y la fertilidad.