El diluvio
En todas los mitos del creciente fértil aparece el tema de un diluvio, en el que las aguas de los cielos caen sin cesar y las aguas profundas se desbordan de sus lindes e inundan la tierra firme, de forma que amenazan con acabar con todos los hombres que la habita. Pero, finalmente, un dios acaba remansandolas y poniendolas en su lugar.
Así en la epopeya sumeria de Gilgamesh se cita un diluvio de tiempos pretéritos del que sólo se salvó Utnapishdim, o Sisudra en acadio, con su mujer y que, por esa razón, alcanzaron la inmorrtalidad y la perservación de su linaje.
Los hebreos tomaron este mito y lo narraron en la Biblia donde Noé es el representante de la humanidad que logra salvarse y Yahvé el dios que apacigua las aguas pero, al ser único dios, es también el que las desata. Sin embargo en otras tradiciones hebreas primitivas es Tehom, la diosa de las aguas la que las desata y Yahvé el que las retiene.
Recientemente se especula con fue la apertura del mar Negro, hacia el Meditrràneo, con la inundación de sus costas y la salinización consiguiente, como origen de todas las leyendas sobre el diluvio y las inundaciones y la muerte de los habitantes de esos lugares