Tesoro

En muchos relatos los dragones aparecen como guardianes de tesoros, por encargo de la Diosa Madre, aunque ésta no aparezca explícitamente en el relato. En muchos casos el tesoro está constituido por objetos de metales preciosos, símbolos de las riquezas de la piedras del interior de la tierra, sólo obtenibles por el enorme esfuerzo de los mineros y metalúrgicos. 

El prototipo se puede encontrar en la leyenda de los Nibelungos y el oro del Rhin rescatado por el joven Sigurd. Como  también en las leyendas germánicas Beowulf es el héroe rescatador de los tesoros escondidos en el interior de las montañas.

En otras ocasiones son las dragonas encantadas, como la hija de Hipocrás, las que realizan esta función.

Pero uno de los más antiguos es el dragón sumerio guardián de los cedros del Líbano que fue muerto por Gilgamesh a fin de robárselos. O el dragón que custodiaba el vellocino de oro que fue robado por Jasón y el que cuidaba el jardín de las manzanas de oro, engañado por Heracles, en la mitología griega.