La princesa de Silca

Según recoge Jaime de la Voragne en su relato sobre la vida de San Jorge, escrito a mediados del siglo XII, éste caballero habría nacido en Capadocia y, en uno de sus viajes, llegó a la ciudad de Silca. Donde la hija del rey de la ciudad había sido designada como víctima propiciatoria para aplacar al dragón que arrasaba la región y que con su aliento pestilente impedía la fertilidad de la tierra.

El caballero Jorge aparece en su camino y hiere al dragón con su lanza, entonces la princesa rodea el cuello del dragón con su cinturón, o ceñidor, y lo conduce mansamente  hasta el centro de la plaza de la población, donde se le da muerte. Los habitantes, maravillados por su hazaña,  accedieron a ser bautizados y convertidos al cristianismo.

La princesa está siempre representada, en los relatos medievales, como una dama de extraordinaria belleza, pelo rubio y ojos azules, como correspondía al estereotipo de la mujer de la clase dominante procedente de los invasores germánicos, bien sean visigodos, francos, sajones, lombardos, o más tarde normandos.