Dar muerte pública

En muchos relatos míticos aparece la muerte pública del enemigo del pueblo. Seguramente proviene de antiguas tradiciones de dar fe de la muerte, de personajes enemigos, como ejemplo y como venganza popular. 

De esta forma queda reflejado, en muchos relatos, sobre la muerte de dragones, que se han ensañado especialmente con los aldeanos. La muerte se demora hasta que no se reúnen los afectados o se traslada el dragón hasta la plaza de la población donde se le da muerte públicamente. 

De esta forma queda recogido en relatos medievales, pero con un gran reflejo de culturas anteriores,  como en el caso de San Jorge y la Princesa de Silca en la que el dragón derrotado se conduce al pueblo antes de darle muerte. Y en la leyenda de San Román de Rouen en cuyo caso el dragón es amansado y quemado vivo en la plaza de la ciudad. Al igual que se cuenta de San Hilarión que hizo con el dragón de la Dalmacia.

Lo mismo sucede con el dragón reducido por Santa Marta o en el relato del dragón amansado por San Sansón  en los relatos celtas. En otras ocasiones el dragón es muerto por los propios afectados como hizo el duque de Herzog Karast para derrotar un Lindwurm que asolaba la población alpina de Klagenfurt.