Elohim

En la tradición gnóstica aparece Elohim como señor y padre de todas la creación, sacado de su equivalente de la tradición hebrea. Este dios se enamora de Edén, la mujer-serpiente representante de los poderes de la tierra y, transformándose en otra figura terrena, se une a ella. De esta unión nacen los doce ángeles que rigen los cielos, entre los cuales destacan dos: Baruch, que es citado como el árbol de la vida; y Naas el árbol de la ciencia del bien y del mal. 

También de esta unión nacen todos los hombres por lo que Eden actua como la diosa madre de toda la humanidad.

Elohim atraído, por su naturaleza superior, hacia lo elevado abandona a Edén en la tierra y sube a los cielos y, dejando atrás los ángeles, se introduce en las alturas donde descubre la luz perfecta del bien. Edén desairada descarga su furor contra los hombres. 

Para salvarlos de sus ataques envía primero a Baruch para convertir al pueblo judío pero su mensaje es ensordecido por Naas. Vuelve a enviar a Baruch pero sólo ante los profetas judios y fracasa de nuevo por la acción de Naas. Entonces envía a Heracles pero, esta vez, para redimir a los gentiles. Heracles triunfa sucesivamente, en doce trabajos que le son encomendados, frente a los ángeles fieles a la madre Edén: la hidra, el león, el toro, etc.; pero finalmente sucumbe frente a la seducción de Ónfale, que es una metamórfosis de Babel-Afrodita. 

Elohim, finalmente, vuelve a enviar a Baruch que adoctrina a Jesús de Nazaret y que, a pesar de ser muerto por las insidias de Naas, consigue la conversión de la humanidad y el triunfo definitivo de Elohim contra Edén.