Saraf
En el libro del Éxodo se relata que, cuando estaban los israelitas atravesando el desierto en busca de su tierra de promisión, fueron atacados por unas serpientes voladoras, o dragones, a los que se refieren en dicho pasaje con el nombre de Saraf, que significa “ardientes".
Estos dragones mordían al pueblo y, de su picadura venenosa, moría mucha gente de Israel por lo que acudieron a Moises pidiéndole que intercediera en su favor ante su Dios. Así lo hizo y Yahvé le ordenó que fabricara, en bronce, una réplica de las serpientes y que las pusiera en un mástil, enroscadas en torno a él, y prometió que todo aquel que fuese mordido, por las serpientes, al mirar al mástil sanaría inmediatamente.
Así lo hizo Moises y consiguió de esta forma salvar a su pueblo. Caín más tarde mató a su hermano Abel y los padres, afligidos, decidieron no volver a tener relaciones sexuales y se retiraron a vivir en lugares separados. Pero ambos fueron visitados, por las noches, por íncubos y súcubos e, incluso, a Adán se le apareció Samael disfrazado de hermosa mujer para tentarlo.