Dragón de Wexford
En tiempos de Anguish, rey de Irlanda, vivía un dragón en el país que arruinaba las propiedades de de sus vasallos, y tan preocupado estaba que ofreció a su hija Isolda como recompensa a quien fuera capaz de librarles del monstruo.
El caballero Tristán, al enterarse, acudió desde la vecina Cornwell para enfrentarse con el dragón. Cuando lo avistó galopó hacia él, que le esperaba con sus flameantes fauces abiertas y le clavó la lanza en el cuello, mientras que el dragón se engullía ya medio caballo.
El herido dragón huyó hacia su guarida perseguido por Tristán y allí se desplomó donde lo mató con su espada. A continuación Tristán le cortó la lengua y la guardó dentro de su camisa pero al poco rato le empezó a arder la piel de su pecho por lo que se introdujo en un estanque con el fin de refrescarse.
Un senescal de la corte de Anguish, que había espiado el combate, aprovechó la situación para cortar la cabeza del dragón y volviendo con ella ante el rey se presentó como vencedor y reclamó la mano de Isolda. Pero ésta y su madre desconfiaron y fueron en busca de Tristán, al cual encontraron a punto de morir metido dentro del estanque, lo salvaron del agua y, al desabrochar sus ropas descubrieron la lengua que faltaba en la cabeza cortada del dragón. De esta forma Tristán pudo volver y proclamarse vencedor y acreedor a la mano de Isolda, y así se lo concedió el rey.