Dona d’aigua

En el Libro de las Maravillas de Jean Mandeville escrito en el siglo XVI, se cuenta que en la isla de En muchas leyendas medievales catalanas aparecen las dones d'aigua como hadas semejantes a las Xanas asturianas, las Ijanas cántabras y a las melusines de la Francia angevina. 

Todas ellas viven en estanques, pozos o cursos de agua y tienen también en común la costumbre de peinarse continuamente con un peine de oro. 

Muchas de ellas han sido encantadas y tienen forma de dragón de cintura para abajo y todas enamoran  los jóvenes hermosos que pasan por el lugar, los  seducen y consiguen en matrimonio. A todos ellos les imponían la condición de que no deben nunca pronunciar su nombre (dona d'aigua) en su presencia. 

Son famosas la dona d'aigua de Can Blanch en la sierra del Montseny y la de Espui en el Pirineo oriental. En ambos casos el matrimonio produjo riqueza en la familia de sus maridos y la aparición de numerosas construcciones, a las que son muy aficionadas, en los terrenos de sus fincas. 

Pero ninguno de sus maridos pudo perseverar en su promesa de no pronunciar su nombre, por lo que  ellas los abandonaron, aunque siempre vuelven sin ser vistas cuando vuelven para cuidar de sus hijos. Están también relacionadas con las damas de los lagos de las leyendas celtas