Tarasque

Cuentan que en los alrededores de Tarascón (Francia) existía un viejo dragón, que era una mezcla de animal terrestre y de pez, cuyos costados estaban provistos de escamas acorazadas y que su boca estaba llena de dientes cortantes como espadas. 

Decíase también que este dragón lanzaba por su boca sus propios excrementos como flechas y que eran tan calientes que reducían a cenizas todo lo que alcanzaban y que aterrorizaba, de esta forma, a toda  la región. 

Santa Marta que, según la leyenda, habitaba cerca del lugar se dispuso a liberar a aquellas gentes de las correrías de la bestia, por lo que se acercó a su cueva y, armada tan sólo con agua bendita y una cruz, lo dominó hasta reducirlo. Luego le ató el cuello con el cíngulo de su túnica, y se lo llevó mansamente prisionero fuera del bosque, donde los hombres de la comarca lo mataron a pedradas. 

Desde entonces se celebra en el día de la ascensión,  por toda  la región, la fiesta de la "Tarasque", en donde se pasea una reproducción del medioeval dragón, que ataca a la población hasta que es finalmente reducido.