Rey de los Dioses
Al Rey de los Dioses se le representaba montado en un carro tirado por briosos corceles que cabalga por los cielos armado de su poderoso rayo y rodeado de los dioses y otros guerreros celestiales. Se cuenta que una vez divisó un gran dragón, tan poderoso, que toda la hueste celestial quedó paralizada de temor pero, al poco tiempo, la batalla comenzó con gran estruendo de tambores y centellear de antorchas.
El dragón, y sus servidores, aplastaron al rey y a su ejercito con una lluvia de rocas y el dragón, con su poder-maya, dejó al Rey de los Dioses confundido e inmovilizado de cintura para abajo. Entonces el sabio Vasishta le devolvió los sentidos cantándole al oído mientras que otros sabios asistentes a la batalla, acudieron al gran Señor del Universo para que intercediera. Este envió una gran fiebre al dragón con lo que empezó a temblar y a respirar con dificultad y, cuando abrió sus fauces, su mente escapó por ellas. Entonces el recuperado rey de los dioses lanzó su rayo, con toda la energía del universo, al interior de la boca del dragón y lo hizo reventar.