May Margret
Según un antiguo cuento, en el castillo de Bamborough vivía un rey que tenía un hijo llamado Childe Wynde y una hija llamada May Margret. La madre falleció y el rey, en una cacería, se perdió en el bosque, se encontró con una hermosa muchacha de la que se enamoró y, más tarde, casó con ella.
Pero pronto la nueva reina tuvo una gran envidia de su hijastra porque todo el mundo resaltaba su belleza y gracia. Así que descubrió sus poderes de bruja y hechizó a May Margret convirtiéndola en un Laidly Worm, una dragona espantosa. Tuvo que huir del castillo y se refugió en una peña, al lado del mar, que tenía la forma de un huso de piedra y al que llamaban Heugh. Desde allí se alimentaba con leche de siete vacas que los aldeanos dejaban en las cercanías para evitar que la dragona se comiera su ganado.
Su hermano, que había marchado a buscar fortuna, oyó relatos sobre la desaparición de su hermana y fue con su navío a Bamborough, lo antes que pudo. La reina lanzó un nuevo hechizo al Laidly Worm para que reptase por debajo de la arena y emergiera por la quilla del barco, para hundirlo. Como sea que Childe Wynde no podía acercarse a la orilla, se lanzó al mar y desenvainó su espada para atacar al dragón, pero al acercársele, oyó que le suplicaba que le diera tres besos.
Entonces reconoció, al punto, la voz de su hermana. Le dio los tres besos que deshacían el hechizo y, cubriéndola con su capa, corrieron hacia el castillo donde se encontraron con la reina-bruja que a la que utilizando sus mismos trucos convirtieron en un sapo que huyó saltando por una de las ventanas.