Leviatán

En diversos textos de la tradición talmúdica aparecen referencias a que, una vez Yahvé hubo creado los cielos y la tierra con todas sus criaturas, las aguas rugientes del abismo se levantaron tempestuosamente siguiendo las órdenes de su reina Tehom, que trataba de destruir así la obra de su creador. Junto a la reina de las aguas estaba el dragón marino Leviatán, que tenía unos grandes colmillos y echaba fuego por su boca, y era el encargado de agitar y conducir la inundación de la tierra. 

En algunos relatos se refieren a él como la serpiente huidiza o la serpiente encorvada. Se confunde con el Gran Dragón del mar, Lotán y otros monstruos marinos. Probablemente su nombre es tomado de diversas procedencias de los vecinos de los hebreos con fuerte influencia en sus leyendas.

Finalmente ,Yahvé montado en su carro ígneo, lanzó andanadas de granizo, rayos y truenos; los que derrotó y mató a Leviatán, e hizo huir atemorizada a la reina Tehom hasta las profundidades del mar. A continuación las aguas descendieron y los ríos disminuyeron su caudal con lo que la tierra se secó. Yahvé entonces confinó el mar a su lecho actual poniendo borde de arena en su contorno y guardó las aguas superiores poniendo un fuerte cerrojo en sus puertas, para que no volvieran a derramarse.