Dragón de Bragada
En un relato de Tito Livio se narra que, durante la primera guerra púnica, se encontraban las tropas romanas al mando del general Regulo cerca de la ciudad de Bragada, en la costa de Libia, cuando llegaron a una extraña cueva.
La cueva estaba rodeada de restos de leones y de ganado, víctimas del dragón que allí habitaba, y de numerosos restos de pájaros que habían sucumbido por su venenoso y pestilente aliento.
Un destacamento dirigido por Avens y Aquino se acercó a la cueva y, en el vestíbulo, salió el dragón acompañado de un fuerte viento del interior de la tierra. De un rápido bocado se tragó a Avens y luego a Aquino, que en vano trataba de huir por el río, y se volvió a meter en la cueva.
Entonces Regulus mandó rodear la cueva con las ballestas de ataque y la caballería. Hicieron sonar las trompetas y el dragón salió de la cueva lanzando fuego por sus narices. los caballos se espantaron y derribaron a sus jinetes y muchos de los soldados perecieron aplastados por el dragón, que se retiró victorioso de nuevo en la cueva.
Regulus, dijo a sus soldados que “ una serpiente de Libia no podía ser superior a un soldado de Roma” y se dirigió sólo hacia la cueva gritó fuertemente y al salir el dragón lo hirió con su espada en la frente. El dragón retrocedió, por el dolor, y Mauro aprovecho para clavarle su espada. los soldados enardecidos atacaron con sus javalinas y flechas y, finalmente, dieron muerte al dragón.
Éste es el único relato de un dragón romano no tratado mitológicamente sino como un relato histórico.