Caco

En la mitología griega, se narra que cuando Heracles retornaba de ejecutar su décimo trabajo, es decir apoderarse de los bueyes de Geriones, tuvo que pasar por el Aventino, en donde vivía un monstruo devorador de ganado llamado Caco. 

Era hijo de Hefesto y Medusa y algunos cuentan que tenía tres cabezas por las que despedía llamas y, dada su voracidad, su guarida estaba llena de cráneos de animales y también de hombres. 

Una noche mientras Heracles dormía, cerca de su ganado, Caco robó dos de los bueyes y cuatro novillos que se llevó arrastrándolos por sus rabos. A la mañana siguiente se dio cuenta del robo y buscó inútilmente por los alrededores hasta que oyó mugir, de hambre, a uno de los novillos. Siguiendo el sonido llegó a una cueva tapada con una gran roca. Movió la piedra y, sin temer las llamaradas de Caco, se abalanzó sobre él y le destrozó la cara con su poderosa clava. 

Erigió allí un altar a Zeus y sacrificó a uno de los bueyes, en acción de gracias. El nombre de caco ha quedado, en diversas lenguas romances, para señalar a los ladrones.