María
La mujer que se describe en el Apocalipsis es sin duda por sus atributos (el sol, la luna y las doce estrellas) la reina de los cielos. Un gran dragón amenaza con devorar a su hijo tan pronto nazca. Pero al nacer su hijo es colocado junto al trono de su padre celestial y, a la mujer, se le dan las alas del águila de los cielos para que huya al desierto, lejos del dragón.
Por su parte aparece el ángel Miguel que derrota al dragón y lo lanza sobre la tierra. Allí el dragón continua la persecución de la mujer, a la que encuentra y trata de ahogar derramando por su boca las aguas como si fuera un torrente. Pero la tierra acude en su ayuda engullendo toda el agua, con lo que el dragón, enojado por no poder acabar con la mujer, se retira para atacar a sus descendientes. Finalmente el dragón es derrotado y encerrado en el abismo.
La iconografía cristiana representa a esta mujer como Maria, la madre de Jesucristo, resplandeciente como un sol, con la luna debajo, con una corona de doce estrellas sobre su cabeza y con una serpiente bajo sus pies.