La nodriza de Beaucaire
En una leyenda provenzal se dice que una nodriza con un niño pequeño se fue a lavar unos pañales al río Ródano y que fue secuestrada por un dragón que la necesitaba para cuidar de su hijo dragón recién nacido. De esta forma, el dragón se la llevó a su palacio del fondo del río.
La nodriza tuvo al hijo del dragón a su cuidado, alimentándolo, bañándolo y recubriéndolo con un ungüento mágico que le daba el dragón. Este ungüento tenía la propiedad de hacer visible el mundo invisible para los humanos por lo que el dragón obligaba a la nodriza a lavarse las manos después de cada sesión de masaje con el ungüento mágico.
Pero una vez la nodriza se olvidó de lavarse las manos y se tocó un ojo, lo que le dio la capacidad de ver lo invisible. Ella disimuló esta capacidad para evitar que el dragón la descubriese y la matara.
Cuando se cumplieron siete años el dragón la dejó salir del río para volver a su casa. Sus parientes y amigos celebraron con una fiesta su retorno. Pero una mañana cuando se fue al mercado vio, con su ojo transformado, al dragón que en forma invisible estaba robando manjares de diversos comercios. Ella se le acercó y preguntó por su hijo, al que había tomado cariño. Entonces el dragón descubrió que ella le había desobedecido y que tenía un ojo con poder mágico Así que se lo reventó con una de sus garras y se volvió al río.