Guardianes del mundo subterráneo
En la tradición celta la entrada del infierno, o del Valle sin Retorno , estaba protegidas por dos pares de terribles dragones atados a una larga cadena, que impedían el paso por la puerta de acceso.
El caballero Lancelot du Lac en una de sus aventuras, quiso entrar en el Valle sin Retorno donde tenía su prisión la bruja Morgana. Al acercarse, uno de ellos le clavó sus poderosas garras en el escudo, mientras que él intentaba, sin éxito, atravesar con su espada la dura piel del dragón.
El otro dragón también lo atacó pero consiguió dominarlo dándole golpes con su puño en su frente. Finalmente, al abrir la boca uno de los dragones para abrasarle con su fuego, Lancelot consigue introducir la espada en su garganta y lo mató. A continuación, y de la misma forma, consiguió deshacerse del otro.