Fundar una estirpe

Muchos mitos tratan de mostrar el origen de los miembros de una tribu o pueblo y en buena parte de casos a través de la acción benéfica de un dragón o ser serpentino. El origen tiene que justificar no sólo su razón de ser en la historia, sino también sus características que lo diferencian de los otros pueblos vecinos. 

Así los escitas famosos guerreros muy hábiles en el manejo del arco y las flechas, remontan su origen al propio Heracles, mítico luchador y fundador de ciudades. Por lo cual aparece una narración, en la mitología griega, en la que una dragona (aspecto supuesto por los griegos por su condición de pertenecer a una tribu enemiga) con sus poderes mágicos, logra atraer al héroe y tener de él la descendencia de dicho pueblo. 

En otra narración de una cultura también indoeuropea, la india, se da razón del origen de un pueblo, hoy desconocido, cuya característica es la de tener la cabeza grande y rapada. Para ello una rashkasa, o demonio (prueba de ser de un pueblo extranjero) se atrae los favores de un noble guerrero de la raza dominante, en este caso Bihma, cuyos hijos formarán el nuevo pueblo.

También en las culturas orientales aparece este mito de fundación como es el caso de la raza vietnamita que se hace provenir de una princesa inmortal, Au Co, y del dragón de las aguas. O en la variante china que hace provenir al pueblo de Laos del hijo del dragón del río Mekong.

Lo mismo se puede ver en las leyendas bantúes donde la serpiente Tharu aparece como la fundadora de su raza.