Dragones de Ophyorhime
En los evangelios gnósticos se describe la misión que encomendó Jesús a tres de sus discípulos: Felipe, Bartolomé y Mariamne. Consistia en ir a la ciudad de Ophyorhyme (el paso de las serpientes) para convertir a sus gentes que adoraban a la gran Equidna, madre de todas las serpientes. Jesús dijo a Mariamne que se vistiera como un hombre para evitar que le atacaran las serpientes, dada la conocida enemistad de éstas con las descendientes de Eva.
Por el camino cruzaron un desierto, asolado por dragones hijos de la Equidna, guiados por un leopardo. Cuando se encontraron con las dragones Felipe les dijo que llenaran sus copas con agua bendita y que derramaran su líquido formando el signo de la cruz. Así lo hicieron y se produjo un rayo de luz que cegó a los dragones y los hizo huir.
Cuando llegaron a la ciudad se encontraron con dos dragones, uno a cada lado de la puerta. Felipe los cegó con su mirada y pudieron entrar. Allí se encontraron con Stachtys, un hombre muy rico pero ciego que les pidió ayuda, y ellos le devolvieron la vista mojando sus ojos con saliva. Con estos milagros se convirtió una buena parte de la población. Felipe y Bartolomé bautizaron a los hombres y Mariamne a la mujeres.
Predicaron que dejaran sus antiguas creencias y la adoración de Equidna, madre de todas las serpientes. Pero el tirano de la ciudad los encarceló. Despojó de sus ropas a Felipe y Bartolomé y los crucificó boca abajo en las puertas del templo. No lo pudo hacer con Mariamne porque se convirtió en nube y no se pudieron acercar.
Apareció entonces el apóstol Juan que acababa de llegar a la ciudad y invocó a Sabaoth Ael para que abriera el abismo y se tragara a la Equidna y a todos los idólatras de la ciudad, como así se hizo.