Drac de València
En una leyenda medieval, recogida por Blasco Ibáñez, se dice que había un dragón que tenía atemorizada la ciudad de Valencia y sus alrededores.
Era de color rojo lleno de escamas, su aliento quemaba la tierra y hacía hervir el agua, sus dientes eran afilados como dagas y su cola era como una flecha. Se le achacaban toda suerte de raptos y desapariciones que tenían lugar en la ciudad pero nadie se atrevía a enfrentarse con él.
Un preso, llamado Espillet se ofreció a acabar con el dragón a cambio de su libertad. Para este fin se le armó caballero y marchó en busca del dragón siguiendo el río Guadalaviar. Lo encontró entrando en una cueva y le preguntó si era cierto que realizaba todas los hechos que se le atribuían. Le contestó que no y que sólo asustaba a los labradores para poder subsistir en su miserable vida. Espillet se apiadó de él pero le dijo que si no lo mataba volvería a la cárcel. El dragón le pidió que demorara la pelea hasta el día de Pascua y así lo acordaron.
Espillet consiguió que el concejo le ampliara el plazo y mientras se hizo un vestido con centenares de pequeños espejos cosidos en él. El día de Pascua salió de Valencia, con el vestido cubierto por una capa negra, en busca de la cueva del dragón. Cuando lo encontró se sacó la capa y el sol se reflejó en los múltiples espejos deslumbrando al dragón, lo que aprovechó para matarlo con su espada.