Daniel

Daniel era hijo de una familia noble de Judá que fue deportada a Babilonia, al al ser derrotados los hebreos por los asirios, que conquistaron sus territorios y trasladaron a sus pobladores fuera de ellos. Dada su inteligencia y dotes de mando consiguió el favor de los reyes babilonios llegando a ser el primer ministro durante cuatro gobiernos seguidos. Sin embargo mantuvo siempre su fidelidad a su religión y a su pueblo. 

Siempre trató de demostrar la primacía de su dios frente al de sus vencedores. En una ocasión, para evidenciar que sólo su dios era inmortal, mató a un dragón que adoraban en el templo como uno de sus dioses. Los sacerdotes le acusaron por este hecho y fue arrojado al foso de los leones, donde permaneció una semana sin que éstos lo atacaran, alimentándose de las provisiones que le enviaba su compañero Habacuc. Finalmente el rey Ciro, asombrado por este hecho lo perdonó.