Serpentón

Cerca de Zamora vivía, en una laguna, una serpiente gigante que aterrorizaba la población devorando a todo aquel que se atrevía a pasar por el lugar.

Un caballero templario se empeñó en acabar con la sierpe así que la siguió y observó que, antes de sumergirse en la laguna, dejaba una piedra negra en la orilla.

Una noche se le apareció la virgen María que le dijo que debía quitarle la piedra, a la serpiente, depositarla en su iglesia. El caballero robó la piedra pero fue perseguido por el serpentón hasta que se refugió en la iglesia. La serpiente, sin su piedra, perdió facultades y no pudo atacarlo, con lo que volvió a su laguna sin aparecer nunca más.

La piedra fue utilizada posteriormente, por los lugareños, como talismán para ahuyentar rayos y tormentas.