Grendel

En las tierras del rey danés Hyglac, existía un ser monstruoso, ogro o dragón, denominado Grendel que por las noches salía de la ciénaga donde vivía, para asolar las casas de los guerreros, llevándose treinta para devorarlos tranquilamente en su guarida. Hylac decidió enviar a su sobrino, el fuerte y valiente guerrero Beowulf,  a la zona donde solía atacar el dragón para acabar con él. 

Así por la noche cuando entró el dragón en la sala donde dormían los guerreros, Beowulf,  que le esperaba despierto, le asestó con su espada un poderoso golpe en el hombro.  De esta forma Grendel perdió un brazo y, sorprendido por la acción, huyó a refugiarse en su guarida. 

Por la mañana los guerreros siguieron el rastro de sangre dejado por la herida de Grendel que les llevó hasta una laguna cercana, allí Beowulf se sumergió con su escudo y espada en busca del dragón. No lo  encontró  pero, en su lugar, fue atacado por la madre del monstruo que lo estaba cuidando. Tras una feroz lucha, se deshizo de la madre y se fue al lecho donde se encontraba descansando Grendel, entonces allí mismo le cortó la cabeza. 

La espada cubierta de sangre se fundió como el hielo, pero Beowulf retornó a la superficie con la cabeza del monstruo, que fue finalmente clavada delante de la puerta de su casa junto donde ya estaba colgado su brazo, anteriormente cortado.