Dragón de Haftvad
En una leyenda persa se dice que la hija de un pobre hombre llamado Haftvad, originario de Kajaran, se encontró con un pequeño gusano en una manzana caída de un árbol. Conocedora de las propiedades de conceder fortuna que tenían estos gusanos, lo guardó en su caja de costura y lo alimentó con trozos de manzana.
Su padre hizo varias operaciones comerciales que le reportaron una gran fortuna, gracias a los poderes del gusano.
El gusano, alimentado por arroz, miel y leche, creció de forma descomunal convirtiéndose en un dragón serpentino del tamaño de un elefante y , a la vez, creció la fortuna de Haftvad que acabó convirtiéndose en un tirano de la región.
Al rey Ardashir le llegaron relatos sobre las tropelías que hacía Haftvad en la región y decidió acabar con él. Pero todos los intentos militares fracasaron gracias a la suerte que proporcionaba el dragón a su amo.
Dos hermanos nativos de la región le explicaron que su fracaso era debido a la existencia del dragón por lo que Ardashir urdió un plan para deshacerse del monstruo. Se acercó al castillo donde vivía Haftvad, disfrazado como un rico comerciante de Khorasan. Una vez en su interior emborrachó a los guardianes del dragón, se introdujo en la habitación donde vivía el monstruo. Éste creyó que venían a darle de comer y abrió sus fauces, lo que aprovechó Ardeshir para introducirle plomo fundido en su boca. El dragón explotó y con el la buena suerte de su amo que cayó en manos de las tropas del rey y fue ejecutado.